agachan la cabeza mientras comen, engullen a retortijones.
Acuden a las iglesias y a las fiestas sin respuestas,
con las ojeras más y más cansadas de la eterna espera,
del cansado viaje, de encontrar al diablo a diario.
(amarlo y odiarlo el mismo día)
Andan jorobados porque su calidad pesa
como los mil demonios que los pandean.
Cuando alzan la mirada las pupilas se encadilan,
un infierno de luz siempre los acecha.
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