domingo

recuento

he diluido la tinta de mi mejor poema, prefiero la letra que se resbala y se vuelve apenas perceptible a la distancia.
la distancia siempre trae consigo la seguridad de que no hay vuelta atrás, es el punto del progreso, el paso que está por darse.
en las últimas semanas he devenido desde el resquemor hasta la tibieza, del ruido a la armonía asonante, he entrado y salido de la oscuridad que se adueñó, por un momento, de mi sitio. hubo mareos y nauseas.
ya la calma, ya la luz se asoma y no encandila, ya nada es despampanante.
no me sorprenden en lo absoluto, nunca lo han hecho, los fondos; son las formas las que desajustan los sistemas, las expectativas dentro de la formalidad generalizada que estúpidamente construimos.
en días pasados, era tan difícil la paz, era tan difícil disfrutar, divertirse; todo era golpe, alerta, cuidados, preocupación... olvidéme. Quise haber hecho lo contrario, quise siempre la tranquilidad, la alegría, pero aquí, todo era una purga de dolores. ahora, solitaria desde mi sitio, lleno de mí, como era antes, puedo purgar los míos, decantar la alegría.
la claridad llegó por si sola, no sé si a tiempo o tarde, pero hoy se miran los espejos transparentes, el sol calienta más a través de las ventanas. he revisitado a los amigos y regresado a los divertimentos domingueros.
hasta ahora todo lo escrito es, más que nada, un acto de auto entendimiento, reconocer las partes, los fondos y las formas. separación de bienes y de males. puedo reconocer que los días pasados quise un bien superior,visible y real.
no me arrepiento, no temo, por el contrario agradezco al destino, a lo hecho, lo dicho y lo escrito (jamás escuchado). al fin sé que es lo que amo.